lunes, 14 de marzo de 2016

Nueva historia.

RECUERDOS
DE UN
SOÑADOR.


La leyenda del infante y el espíritu.

Entre las infinitas posibilidades que moran en el espacio de un pensamiento, existió una historia que aún en nuestros tiempos de obscuridad, es susurrada en el viento que surca los campos de la aventura, y referida en boca de antiguos héroes que recorrieron esas tierras.
Un día, aconteció en esta curiosa existencia un niño, cuya gran imaginación lo llevaron por los caminos de la plenitud y el deleite, aunque eso sí, rara cualidad, solía inventarse en ocasiones algunas locuras, como la que esucharán a continuación. Sépase, que aquel infante, en su gran alegría, pero tristemente, en su soledad, utilizó su habilidad creadora para hacerse multitud de amigos que lo acompañarían en sus andanzas, y por un tiempo, se sintió privilegiado, pero como el silencio que prosigue a una buena broma, el silencio pobló por mucho tiempo las tardes de aquel triste jovencito.
Su tristeza imploraba a un amigo, un confidente, un compañero, algo con lo cual sentirse pertenecido, y sentirse aceptado, por lo que en una tarde cualquiera, entre las sombras que abarcan una habitación ante el fin del viejo día que antecede al nuevo, una voz llegó a los oidos del infante, diciéndole que jamás volvería a estar solo. Aquella voz, espectral, pero tanto dulce como temerosa, pertenecía a un espíritu, la aparición de una niña que al igual que nuestro potencial héroe, se sentía solitaria. El niño quedó maravillado, no sólo por la posibilidad de que tuviera a un compañero de juegos, sino el que una niña de su edad, tan linda, tan tierna, quisiera hablar con él.
Como un nuevo día surgió, así las nuevas sonrisas de los niños, que se la pasaban horas y horas en todo tipo de andanzas, desde historias de caballeros y dragones en casas embrujadas, hasta enfrentarse a enemigos poderosos por la búsqueda de algún artefacto. Vivían aventuras codo a codo, y en medio de tal algarabia, siendo que el sentimiento humano no tiene edades, nació un sincero afecto entre ambos niños, a tal punto, que tales emociones dictaron una unión más profunda, y sobre todo, más romántica.
Los amigos se volvieron novios, haciendo que los triunfos de las hazañas vividas por el alocado par, fueran caricias, abrazos, e incluso un suave beso en la mejilla. Tan enamorados estaban los chiquillos, que en esa misma locura, de nuevo rara cualidad, los moviera a dar un paso gigantesco. El infante, cuentan los sabios antiguos conocedores de esta leyenda, teniendo un rostro tan ruborizado que pudiera haberse visto desde la obscuridad del espacio y sus misterios, le propuso a la niña unir sus caminos en sagrado matrimonio, por lo que la primera unión de sus labios, ante tal alegría, fue inevitable.
Tanto aliados como enemigos, participantes de antiguas aventuras, asistieron a la boda, increiblemente todos bien acomodados en la estrechez de una sala de estar; intercambiados los anillos, y realizados los juramentos, un beso sellaría todas las decisiones…pero desgraciadamente, en ese instante, tanto el infante como su prometida, cayeron en cuenta de una terrible verdad. Su amada era un espíritu, no tenía un cuerpo real con el cual unirse a su amada, por lo que un sagrado matrimonio, era imposible.
El dolor del niño era incurable, como también lo era el de la niña, al verse tan juntos, pero a la vez, tan lejos el uno del otro. Ningún poder que pudiera otorgar una imaginación tan loca como la del infante, podía deshacer lo evidente, y por ello mismo, los días de aventuras, tardes de juego y risa, volvieron a ser tardes de soledad, y noches de gran tristeza.
Pero el amor, aquella fuerza capaz de hacer nacer momentos extraordinarios, todavía les dio una última esperanza. Según se sabe, por los antiguos, y algunos viajeros errantes que compusieron canciones a la luna sobre tan tierna prueba de amor, la niña fantasma decidió hacer algo arriesgado. El espíritu acudió a las voces perdidas, aquellas esencias que permanecían desde el mismo inicio de la creación, e incluso, la existencia misma, tratando de hallar una solución a su dilema. Entre preguntas y verdades, se despertó en la niña lo que debía hacer para mantener la unión con su amado, que acudiendo a él, le explicó lo siguiente.
Espíritus y mortales no pueden unirse por decreto silencioso, pero que existen ciertos caminos, que la misma naturaleza ha dado, para que seres de toda índole, a pesar de la adversidad, puedan permanecer cerca del otro. Se cuenta como aquel espíritu de niña inocente, renunció a su forma etérea, para pasar a ser un objeto inanimado en el mundo de los vivos, un peluche particular, una pequeña ballena blanca para ser exactos, la cual se mantuvo en constante silencio los días posteriores, provocando una tristeza aguda en la mente del infante.
Los seres humanos, como ríos de diversas formas y tamaños, a veces se unen entre ellos para que su cauce sea más poderoso, pero de aquellos ríos, de esos unidos por misma elección de la naturaleza, en ocasiones, se vuelven a separar, provocando no sólo un caos en las aguas que los conforman, sino en la misma tierra por donde viajan; así con las personas, que se unen, pero vuelven a separarse.
Tres días y tres noches el niño la pasó en tristeza, derramando lágrimas por su amor perdido, por aquella jovencita con la que compartió tantas aventuras, y con la que finalmente se sintió aceptado. Las lágrimas formaron un charco a su alrededor, cuyo reflejo deformado hizo aparecer al objeto de sus anhelos, el espíritu de aquella niña: “Siempre estaré contigo, tanto en este mundo como en el otro”, le dijo sonriente, “Recuerda amor mío, que nuestro amor nos une en el mundo dormido y despierto. Vive y sueña atardeceres infinitos, ya que siempre me encontraré en tu sonrisa”.
El infante comprendió en esas palabras un sentido místico, una enseñanza que mantiene por suerte hasta nuestros días. Desde ese entonces, el niño duerme con el peculiar peluche de ballena, que al sentir su tacto, su calidez, le permite soñar encuentros con su amada, en mundo donde se permiten amarse con locura.
¿Qué pasó con aquel niño?, ¿qué pasó con aquel peluche? No tengo la respuesta mis queridos. Algunos cuentan que terminó siendo maestro de danza contemporanea, otros dicen que se perdió en las extrañas tierras de las comunicaciones, pero yo me mantengo firme en una versión final de sus andanzas, que para mí, es la más placentera, donde se dice que en la soledad de una habitación, aquel joven se la pasa escribiendo historias, reviviendo una y otra vez ese ideal que aprendió de niño. En cuanto al peluche, se dicen muchas cosas, lo cual no es de extrañar, pero según han contado algunos héroes prodigiosos, ahora se encuentra en manos de un legendario héroe, uno que se dice está destinado a dirigir a una nueva estirpe de héroes artistas para salvar el mundo, un niño llamado Ardel, aquel que varias entidades del universo han denominado como el pastor de liciérnagas y el hacedor de sueños.
¡Qué posibilidades tan bellas tiene la vida! ¿No lo creen? Como dije, existen aquellos ríos, que inician juntos, pero terminan separados, pero de igual forma, y este humilde narrador puede afirmarlo con toda convicción, siendo el amor, como dije antes, una fuerza capaz de cosas extraordinarias, existen los ríos que despúes de un tiempo, viviendo separados, vuelven a juntarse, provocando que su fluidez sea todavía más hermosa. Así las personas, porque aunque las diferencias son evidentes, todos somos movidos por esa misma energía que despierta un ideal en nosotros, para vivir una tarde más.


Las imágenes utilizadas no son de mi propiedad en ningún sentido.
Su utilización y evidente edición es con el objetivo de entretener.
Sin mayores complicaciones que afirmar, gracias por su atención.

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