miércoles, 27 de abril de 2016

Van Helsing.

El cazador de monstruos.

¿Ustedes afirmarían que me he obsesionado con el tema vampírico? A decir verdad, yo no lo creo, porque a veces se dan casualidades en la existencia, cuando uno intenta tanto ir por terrenos inexplorados, como también reafirmar caminos ya recorridos. En esta ocasión, querido público de todos y ninguno, les traigo mis pensares acerca de una película, que curiosamente, fue muy popular entre mis conocidos cuando cursaba los últimos años de primaria.


Visualmente impactante en determinados momentos, la película no posee, en mi humilde opinión, un contenido complejo más allá que la mera interacción entre personajes terroríficos de la literatura, llámese Drácula, Frankenstein, o el salvaje Hombre Lobo, y todavía dicho punto es cuestionable debido a que sólo son enfrentamientos físicos.
¿De qué trata en sí, Van Helsing? La trama es muy simple, en realidad: El conde Drácula, en su constante guerra con Dios, busca la manera de dar vida a los hijos que ha tenido con tres vampiresas, para esparcir el caos en la humanidad. Parece encontrar la clave en la última invención del Dr. Frankenstein, quien logra dar vida a un cuerpo inerte, pero por ciertas complicaciones, la creatura es dada por muerta, haciendo que el conde se oculte, continuando sus batallas con la familia que lo marginó, los cazadores de Valerious.
Ahí entra Van Helsing, miembro de una orden secreta capacitada en la protección de la humanidad contra monstruos de todo tipo, en un llamado del deber, en busca de un pasado borroso, viaja a Transilvania para poner fin a los planes del conde Drácula, sin saber lo que tendría que sacrificar para lograr su objetivo.


Desde un inicio tenemos a nuestro protagonista, Van Helsing, en el rol de antihéroe en constante búsqueda de momentos del pasado, que expliquen las interrogantes de su presente. Conforme se va desarrollando la historia, tenemos a un personaje en búsqueda de cierta redención, caso contrario al del villano principal de la película, el conde Drácula.


Se me hizo interesante cómo resaltaban la indiferencia carismática del personaje, percibiendo el devenir de su existencia más como un juego que una búsqueda por redimirse, sin embargo, eso llega a tal punto que los objetivos del antagonista no quedan claros, a no ser que no haya habido ninguno en primer lugar, más que el gozo de ver sufrir a los seres humanos, o ver crecer a su estirpe. Claro, tengamos en cuenta que es una interpretación muy propia, siendo que muchos afirman, al igual que yo, que es una de las peores representaciones del mítico vampiro en la pantalla grande, sea por la actuación, las frases que dice, su desenvolvimiento, por lo que sea, pero por ello mismo, muchas cosas en el personaje, a mi parecer, como dije antes, no me cuadraban. Aunque siendo sincero, en aquella época, llegó a gustarme, más que nada por su transformación.
Quiero suponer que su habilidad de transformarse en un monstruo, responde a una representación más bestial del arquetípico personaje, cuya incapacidad de sentir emociones, lo conlleva a buscar en el sadismo y la destrucción, algún tipo de calma a su prolongada quietud. Eso también se ve en Van Helsing, quien decide abandonar esa humanidad, para al final, enfrentarse al monstruo, pero igual, como esa misma monstruosidad, provoca una terrible desgracia, no sólo para la familia Valerious, sino para sí mismo. Repito nuevamente, es una interpretación mía, muy alejada a lo que, probablemente, se intentó decir en el filme (si es que se intentó decir algo), porque como igual investigo el porqué de cada cosa, no me alejo de estos primeros impactos.
De todas formas, el cazador no se encuentra solo, siendo que tiene a dos peculiares aliados, y en lo personal, los personajes que más me gustaron de la película: la guerrera Anna Valerious, y el monje inventor Carl (ah no, perdón: “fraile”, según él).


No se hace mucho hincapié en el asunto, pero la mismísima Anna es la que despierta en Van Helsing un atisbo de esperanza, la promesa para la salvación definitiva, lo cual seguiría hasta el descubrimiento de su propio pasado, y la asimilación del mismo. En aquellos días, lo que emocionaba a varios de mis compañeros, y a mí por igual, era la escena del baile de máscaras, y observar a esta heroína en un deslumbrante vestido rojo.


En ese entonces, no supe apreciar que dicha escena representaba esta lucha interior por las pasiones y los ideales. Y Carl, por otra parte, era un personaje muy divertido, con una personalidad entre confiada y asustadiza, e igualmente con sus momentos de heroísmo y reflexión, cortando con la idea de ser sólo relleno cómico, reaccionando también a las diversas y difíciles situaciones que se presentaban, como por ejemplo, cuando decide salvar al monstruo Frankenstein, o ante la accidental muerte de Anna.


Debo decir, retomando esto último, que la secuencia desde el retorno de Van Helsing como humano, hasta el funeral de la guerrera, fue lo que más me encantó de la película. Sinceramente, yo no esperaba que al final, la última de los Valerious, muriera a manos de su supuesto salvador, por lo que se rompieron esquemas mentales, y me permitieron disfrutar los últimos momentos al máximo. El simbolismo de la escena final, donde se observa el rostro de Anna, su propio espíritu entrando al cielo, refleja la asimilación de una fe, la elección de la vida, y la continua transformación de ésta, en uno mismo, durante el trayecto.


Lo que menos me gustó de la película, tratando de ser muy claro conmigo mismo, teniendo en cuenta el claro tiempo de verla desde niño a verla en tiempos más actuales, fueron las vampiresas de Drácula, y el monstruo de Frankenstein. Si comprendía su existencia dentro de la trama, y si me agradaban visualmente, pero sentí que pudieron haber tenido un mayor peso en diferentes partes de la película, resaltando un poco más el abandono libertino de Drácula por esas mujeres, y el blasfemo y bíblico conflicto sobre la pregunta de si Dios era el único capaz de crear vida.


En resumen, puede ser una película interesante, plagada de acción, con su tradicional toque de romanticismo. Si a uno le gustan los combates entre creaturas enormes de la mitología del horror, o los romances surgidos por el deber y la aventura, ésta es su película, pero no puedo decir que puedan sacar más allá de ello, o al menos no dentro de una visión analíticamente objetiva del filme, como un experto en el tema podría darla, pero por supuesto, las interpretaciones ante los diversos temas, situaciones y personajes que conforman esta película, son extremadamente variados.


Puede parecer que nada más escojo películas antiguas, al azar, para llenar este espacio, ¡pero no es así, damas y caballeros!, ya que todo sigue un objetivo mayor, el cual será mostrado, en futuros días. Sólo digamos que en esta nueva era de posibilidades, es imprescindible la inventiva de nuevos caminos, ante el recuerdo de los ya explorados. Sin más que decir, me despido por el momento: yo soy Maximilian de Zalce, el Guardián Eterno; agradezco su amable atención.


Ninguna de las imágenes aquí mostradas me pertenece en ningún sentido.
Su utilización es con el objetivo de enseñar y entretener.
Todo es propiedad de sus respectivos autores.
Sin más que decir, agradezco la atención.

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