martes, 6 de octubre de 2015

Ella.

ELLA.
(Súplica al frio en diez estrofas).

Peligrosa hermosura;
Tú, aliento de dulce crueldad;
Jamás mía, tú, ninfa platónica.

Insoportables deseos rugen debajo de mi piel al saborear tus miradas de solemnidad y quietud, que sin saberlo, imagino su aroma de mí.
Nocturnal tortura, deliciosa, sabiendo tu cuerpo y tus sudores lejos de mi sed, lejos de mi boca, dejándome solo con la tibieza de amor engañoso entre mis dedos.
Cobarde soy ante tus gritos y escupitajos sobre mi estúpido afecto a tus gélidas risas y tu cintura venenosa, suave como los pétalos de una flor a punto de marchitarse.
Lastimera locura de mi ser, de mi corazón. Locuras y locuras. Cada ensoñado beso tuyo me sabe a incertidumbre, mucho después de los escalofríos que se alzan en los periplos de mi inconsciente; escalofríos que me hacen suspirar imaginando tus pechos con aires de hombre invencible.
Esperanzadora…tú bendita entre dolores, escogida entre torturas, explícame, háblame, recítame, grítame, insúltame, escúpeme, golpéame, búrlate y vomítame el porqué de tu indiferencia, de tu indecible razón hacia mí, de tu inasequible piedad y ternura…dale esperanzas, diosa única, a tu enamorado trovador.
Muda lágrima quema mi rostro, luego otra, y otra hasta que entre todas me recuerdan que estoy vivo, para volver a morir en el momento en que te sonrío, cuando tú me apasionas con risas, con mohines, con muecas y golpes.
Extraño me es el tiempo y sus estaciones cuando los reemplazo con tus burlas y tus maltratos. No siento el calor, ni el frio, ni los recuerdos ni el descanso… ¿Es éste tu placer? ¿Es éste tu regalo? ¿Por qué duele tanto? ¿Por qué gusta tanto?  
Nuevos placeres experimenté al entender tus miradas, tus muecas y tu tortura; me enamoraste y me volví a enamorar; me atrapaste y me volviste a atrapar; siento mi alma dominada a los chasquidos de tus dedos, mis lágrimas unidas a la saliva que compartes con otros, mi hombría ligada a tus falsas promesas.
Tentadores andares que vi por vez última sangraron con delicia los placeres de sentirme atado a la adoración de tu cuerpo, de tu alma, de ti. Sangraron y sangraron hasta quedar el reflejo de un amador degollado.
Endebles son ya mis latidos, débiles mis propósitos, nulos mis sueños; en mi aliento de pétalos otoñales quedan pocas palabras hacia ti, que sé, con amor, que nunca escucharás:

Peligrosa hermosura;
Tú, aliento de dulce crueldad;
Mortuorio gemir en mis labios.

Eres tú
Única

Jamás mía, tú, ninfa náyade


Tú…inclemente.

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