Escritos del poder y
la raza súper-humana.
¿Qué
es el poder? Este término
se maneja desde distintas perspectivas, y la mía lo describe, a parte de una
propiedad primordial de la realidad, también como constante energía en
movimiento, dirigida hacia un objetivo. Para determinar la medida o alcance del
poder empleado, existen dos elementos: el impulsor
y el campo de acción que abarca. El
impulsor no es otra cosa sino la razón por la cual mueves esa constante energía
en movimiento hacia un objetivo, y ésta pueden ser las emociones, la
concentración, los pensamientos, las sensaciones, y demás. El campo de acción
es hasta qué punto, esa energía afecta el espacio-tiempo en el que tú estás,
cómo afecta tu entorno, y de esto, el uso de esa energía en movimiento hacia un
objetivo, se clasifica en niveles, y yo he acuñado tres: habilidad, súper-habilidad, y súper-poder. Antes de desglosar
algunos de estos temas, es necesario comentar que poéticamente, o desde muchas
otras perspectivas, éstas tres clasificaciones, o niveles, se pueden entender
como la misma cosa, pero insto la importancia de no caer en contradicciones,
cuando se ocupan estos términos en temas más elevados de la comprensión humana.
Habilidad.
Las habilidades son mucho más comunes
en los seres humanos normales, como por ejemplo, la oratoria, la redacción, la
comprensión, el atletismo, entre muchos otros. La habilidad no es otra cosa
cuando se ocupa constante energía en movimiento, pero a un nivel más que nada
interno, traduciéndose en acciones en el exterior, como el escribir, correr,
hablar, preparar, pensar, etc. El nivel de fuerza empleado en los impulsores
determina el campo de acción al que llegará tu habilidad. Si se entiende el
poder, a parte de la definición ya señalada, como uno de los hilos que
conforman el tejido de la realidad, además de otras propiedades metafísicas, o
más allá del entendimiento humano, se llega a la conclusión de que el poder lo
tenemos todos, en menor o mayor medida, y que cuando se habla de tener una
habilidad, es un potencial que bien puede manejar todo ser humano normal, ya
que esa constante energía en movimiento, está contigo, en todo momento, y
cuando un impulsor te lo propone, tu atraes esa energía con la necesidad, el
deseo, la elección u otra determinación, de realizar cierta acción. Pero por
tratarse llanamente de una habilidad, el campo de acción no es tan grande, o al
menos, no controlado por ti.
Cuando uno escribe
un texto, o realiza un entrenamiento, siendo bueno en ello, el poder lo
diriges, pero ciertamente no llega tan lejos las acciones que realizar, o al
menos no por ti, ya que si escribes un libro, el campo de acción no va más allá
que el de concentrarte, y estar escribiendo el libro, pero si éste es un gran
libro, será leído por muchos, llegando a millones de personas. Al igual que si
realizas una carrera, ya que el campo de acción no se extenderá más allá que el
de tu corriendo, pero si es visto por muchos, los inspiras, siendo aclamado por
muchos. A veces el campo de acción puede ser dirigido por agentes externos,
pero eso puede entender de diversas formas.
Súper-habilidad.
Creo que nada mejor puede
ejemplificar la diferencia entre súper-habilidad y súper-poder, que la misma
serie creada por el autor Tim Kring, titulada Héroes. En este caso, el poder es más empleado por el impulsor, que
por el objetivo, y aunque alcanza un campo de acción más marcado que una
habilidad, no llega a los parámetros necesarios para súper-poder, al no
alcanzar un manejo controlado y constante de ese poder. En la serie antes
dicha, los personajes de Peter Petrelli y
Gabriel Grey, mejor conocido este
último como Sylar, tenían la
habilidad de adquirir las habilidades de otras personas, pero en el caso del
primero, sólo eran súper-habilidades, por el simple hecho de que al principio
no entendía cómo funcionaban sus poderes, o cómo podía emplearlos todos a la
vez, mientras que Sylar comprendía a
la perfección el funcionamiento de cada uno, utilizándolos cómo el quisiera,
extendiendo su campo de acción a donde el deseara para cumplir sus mortíferos
objetivos.
Sylar
no sólo comprendía a
la perfección ese poder interior, sino el alcance que podía tener con lo que le
rodeaba, y era por eso tan temido. Aunque parecía el personaje con menos
control en un principio, en realidad, era quien tenía mayor control de sus
poderes, los comprendía, los entrenaba, y siempre estaba un paso adelante en
cuanto a ese campo. Mientras que otros personajes, como el antes citado Peter
Petrelli, Nathan Petrelli, Matt Parkman, Claire Bennet, Nikky Sanders, Issac
Mendez, y en su momento Mohinder Suresh, Mara, hasta Ando, tenían el poder,
pero en muchos casos, los activaban por impulso, y aunque el campo de acción
era grande, traía más consecuencias que beneficios.
Súper-poder.
Los súper-poderes
están en el rango más alto del manejo del poder, ya que es la comprensión y
manejo innato del poder, dirigido hacia objetivos que alcanza campos de acción
radicales. Una de las razones por la cual Superman
es uno de los más fuertes, es porque tiene no sólo un súper-poder, sino
varios de ellos, pero en un nivel controlado, y una comprensión total acerca de
todo su alcance. No todos los superhéroes tienen súper-poderes, y no lo digo
por el hecho de que sean meros humanos, sino de que algunos no tienen lo
necesario para controlar, en su totalidad, todos sus poderes, y todo su
alcance. Cuando uno lanza rayos, o puede volar, o correr a grandes velocidades,
entre muchas otras cosas, significa que el poder es manejado a tu antojo, la
realidad reemplaza algunas de sus partes, dejando espacio a lo que tú creas con
el manejo constante de tu poder. Y esa comprensión, ese control, esa
convivencia con la energía, con la realidad, es el hecho de por qué no todos
pueden llamarse a sí mismo superhéroes.
¿Qué
hacemos nosotros con el poder?
Siento que a lo largo de la historia,
el ser humano le ha dado la realidad de supuestos “campeones” a diversos
conceptos que han ido apareciendo dentro de la psique humana. Si nos vamos a la
pregunta de qué es un superhéroe, inmediatamente nos remitiremos a la palabra arquetipo, es decir, un modelo a seguir
o representación de un valor determinado por cierta cultura. Siempre los hemos
visto, desde la antigüedad con Marduk,
Rama, Hércules, Sansón, Quetzalcóatl, Otelo, Cyrano y Sigfrido, hasta la
actualidad con Superman, Batman, Goku,
Hulk, Spawn, Kick-Ass, V de Venganza, y Sylar. Todos ellos héroes,
guerreros, justicieros, vigilantes, dioses, demonios, pero siempre con algo en
común: la representación de un ideal, símbolos que no se quedan callados,
lanzando palabras con cada acción que acometen dentro de sus historias. Todas
esas representaciones han seguido vivas generación tras generación, dándonos
todo su contenido, y eso, de cierta forma, nos provee de un propósito. Si el
poder es nuestra energía interna en constante movimiento, el poder del
arquetipo es precisamente su significado, es casi como si nos dieran su poder:
¿qué hacemos nosotros con el poder?
Estamos en un tiempo donde vivimos
constantes cambios de toda índole: científico, ideológico, político, religioso,
educativo, entre muchos otros, siempre en víspera de un nuevo gran cambio.
Viendo al mundo en declive, con tanta fragmentación por parte del ser humano,
me gustaría que el próximo gran cambio, esa gran revolución, sea ideológica.
Que todo el poder que dejaron aquellos campeones que sólo se les conoce a
través de palabras ya antiguas, pueda utilizarse, pueda dirigirse hacia nuevos
objetivos, hacia nuevas acciones. Recuerdo que alguna vez escuché algo, no
recuerdo si de un libro o de unas palabras atrapadas en medio del aire, acerca
de que si el hombre hubiera sido hecho para volar, se le hubieran dado alas,
¿pero no somos, de todas las creaturas, las que fuimos dotadas con la
naturaleza de la elección, el maravilloso poder de la imaginación? Es una pena
que utilicemos ese poder para el exterior, en lugar de nuestro interior, de
nuestra propia persona, nuestro propio ser, para mejorarnos, superar los retos
que la supuesta naturaleza social, nos
ha dado.
Estoy cansando de tener miedo a
imaginar, de estar inseguro de un futuro que yo deseo. Me atrevo a predicar que
el ser humano será capaz de volar, sin ningún otro medio que con el poder que
el mismo ha cultivado; tendrá la habilidad de manejar la energía, controlarla,
dirigirla; aumentar sus densidad, su fuerza, su velocidad, pensar mucho más
rápido, combinar cadenas de ADN en el espacio tiempo, creando formas de vida,
reviviendo materia inerte, mejorar la propia estructura, y poder darle
significado a todo ello.
Una raza así no será fácil. Habrá
conflictos, habrá miedo, habrá violencia, habrá ataques con principios
raciales, punto de vista distintos, equilibrios a encontrar y caos por doquier,
historias sin principio ni final, momentos de emociones y sensaciones,
recuerdos que perdurarán a lo largo de esta enorme realidad llamada historia. Y
cuando todo eso finalice, dentro de millones de años, próximas generaciones
estarán viendo nuestras historias, tanto hazañas y proezas extraordinarias como
genocidios y masacres por todo el mundo, y una vez más el significado de
nuestros presentes campeones se fragmentará en diversas elecciones, en modos de
actuar, en modos de vida, hasta el punto en que entendamos porqué cometemos
siempre, a lo largo de nuestra existencia, los mismos errores.
Sé que mi mente puede crear a los
superhéroes más poderosos de la existencia, pero su realidad en el espacio
tiempo no sirve de nada si no son capaces de otorgar su significado al resto de
la humanidad. Tal vez sea ese el propósito del ser humano, vivir toda una
existencia tratando de encontrar un significado propio, y al final, otorgárselo
al resto de la humanidad, viviendo siempre, eternamente, como un símbolo dentro
del inconsciente humano, donde no hay principio ni final, sólo un aquí y un
ahora.
¡Ah, qué palabrejas mías! Sólo estoy
divagando, pero en fin, si me gustaría. Encontrarme un significado propio, para
luego darlo al resto de la humanidad, y que este sea aprovechado. En realidad,
al menos yo, no busco que lo tenga el resto de la humanidad, sino a quien le
interese tenerlo, y que lo aproveche simplemente a su manera. Si llego a morir,
quiero que cada quien desee recordarme, me recuerde a su manera, simple y
llanamente a su manera. Creo que ese es el verdadero propósito del ser humano,
dentro de toda esa materia existencial llamada realidad, utilizando todo su
poder para un fin. Quizá no lo sea, pero en fin, no soy nadie para desentrañar
los secretos que me tiene el futuro deparados. Sólo sé que, a pesar de todo, en
cualquier verdad o mentira, existe otra posibilidad…porque siempre, ¡siempre!,
existe otra posibilidad.
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